TALLER IKEA...

...De comida en Tupper.
Fue el taller al que me apunté con muchísima ilusión y ganas. 


Y eso que después del rapapolvo de no haber sido seleccionado para trabajar en la firma este verano, cosa que me hubiera venido muy bien anímica, vital y monetariament€, y de no estar si quiera puesto en la bolsa de los "por si acasos" (no te cogemos pero si surge algo te llamamos), me quedé bastante decepcionado con Ikea.
Mi percepción de ella, que siempre ha sido alta, empieza a tambalearse y a caer. 

La verdad que me jodió bastante que no me cogieran, sobre todo porque fue posicionarme en el grupo de los no aptos para Ikea. En el sentido de que para trabajar en Ikea tienes que ser una persona alegre, positiva, buena, honesta, entusiasmada, friki, encantada con la decoración y el diseño...etc. Directrices en las que siempre he orientado mi vida. De hecho, me acuerdo que en mi grupo de entrevista para el puesto, había una mujer muy malrollera, criticona, mandona (en el sentido de que había que hacer lo que ella dijese, si o si) haciendo para colmo las cosas justo como nos habían dicho que no debíamos de hacerlo. En el descanso lo comenté con otra muchacha del grupo y me dio toda la razón. Bien, pues ponerme en el mismo saco clasificativo que a esa mujer me dolió-jodió bastante. Porque yo perfecto no seré, pero desde luego que no soy así y me cuido bastante no llegar a serlo.

El caso es que, celebrando Ikea unas jornadas eco-progres, aproveché para apuntarme a un taller de "Cocina en tupper". Que pensando en el verano que esta por venir me lo imaginaba como un buen remedio para organizarme la semana al cocinar, además de que no me vendría mal recibir un par de clases y consejos sobre cocina, con el añadido de que conocería a gente nueva.

Estuve durante dos semanas esperando con ansia el taller. Con muchísima ilusión. Apuntado en grande lo dejé en la agenda. Y cuando me llamaron desde Ikea para confirmar mi asistencia al taller, además de alegrarme me dio una muy buena impresión de la calidad del evento. Pensé que el taller quizá se realizase en las propias cocinas o en algún tipo de aula especial dentro de las oficinas.

Pues bien, llegó el sábado el día en que se realizaba el taller. La noche anterior me costó dormir y de hecho apenas dormí, pero cogí y con ojeras y sin desayunar (Porque mi idea era desayunar en su cafetería) salí a coger el autobús interurbano (Yo vivo en el norte de Madrid Capital y el Ikea está en la localidad vecina de Sansebastian de los reyes). 

A las 10:00 empezaría el taller y serian las 9:00 cuando salí de casa. Como pobre que soy, para ahorrar el bus y de paso hacer deporte (escusa de los de mi gremio) fui andando hasta la parada del interurbano a unos 3 km de distancia (Unos 30 minutos de tiempo). El interurbano pasa sobre menos-cuarto y en casi 10 minutos me deja relativamente cerca, así que de forma corroborada en otras ocasiones, llegaría bien. El caso es que me demoré más de lo previsto: cuesta arriba y con Sol de junio, vestido medio formal, con el añadido de que la app del transporte fallaba y demás...  llegué a la parada del bus medio asfixiado.
En la marquesina, que más que dar resguardo bajo el sol, te extingue. Reactualizando, entre sudores, la app para obtener información de si el bus se había ido ya o no, a los 15 minutos me doy cuenta de que los fines de semana el bus tiene otro horario: no es cada 20 min ¡Si no a cada hora!.

Corriendo como los locos des-ando el camino y voy hacia el metro. Hecho la partida desesperante al videojuego de recarga tu tarjeta de transporte y corriendo voy al anden. Sobre las 10:10 llego a la estación de destino. Y de nuevo corriendo como los locos casi un kilómetro me dirijo al Ikea. Esquivo a la gente, esquivo a los tipos que no pierden oportunidad para ofrecerse a llevarte a casa los bártulos aunque te vean con una bolsita minúscula o directamente con las manos vacías, el caso es darte su papel. Y ya dentro del Ikea abarrotado de gente empiezo a buscar el taller y a pensar en la disculpa por el retraso. Pregunto a los dependientes. No saben donde es. Y ya una me dice que no está en la zona de restaurante si no en la sección de cocinas. 

Medio muerto, sudando, con sueño, el estomago vacío, súper avergonzado por que ya eran las 10:30, descubro en un rinconcito de una zonita muy modesta en la sección de cocinas, a un grupo de gente sentada sobre taburetes junto a un grupito afortunado en un silloncito, rodeando una encimera en la que una mujer esta interactuando con unos tupper de cristal. Por contexto descubro sorprendido que ese es el taller. Bueno, sin decir ni preguntar me siento en un taburete vacío, como si fuera un espontaneo que por allí pasa, uno más de los muchos clientes que transitan a nuestro lado, e intento pillar el hilo. 

Mientras la "tutora" hablaba, yo buscaba con la mirada una aseveración de que eso fuera el taller y de paso al responsable para indicarle quien era y que al fin había llegado y que sentía mucho el retraso. Pero solo vi a: dos mujeres formales al fondo con un portapapeles en la mano; Un fotógrafo rondador que mataba el tiempo esforzándose en su profesión; A la tutora que no se la oía (y esto que estaba como a 3 metros) y a un grupo de gente medio aburrida, respirando con cara de besugo y el alma saliéndoseles por la boca.
Como suele ser mi suerte, me senté junto a la borde de mierda y me atreví a preguntarla si eso era el taller de cocina en tupper. Vagamente me respondió que si.

En esto, que me esfuerzo por pillar el hilo del taller. Expectante pensaba que eso seria una especie de charla introductoria antes de ponernos a cocinar (por que era un taller) pero poco a poco empiezo a comprender horrorizado que "eso" es todo el taller: Una tía, metiendo ensalada dentro de unos tupper de cristal mientras los demás miramos.

La tutora cogía, partía un tomatito en rodajas y ponía cada rodajita en un tupper sobre un colchón de lechuga. Luego, matando el tiempo, y a la par a los que estábamos allí, cogía cebolla caramelizada y la esparcía para darle crujiente a la ensalada. Luego cogía unas obleas, las partía, y ponía cada trocito en cada uno de los tupper... Todo esto sin oírla muy bien.

 ¡ESO ERA EL PUTO TALLER: UNA TÍA METIENDO ENSALADA A CACHITOS EN UNOS TUPPER! 

¿Y por eso me vengo corriendo y sofocado, gastando metrobuses, sin desayunar ni dormir?
¿¡Para ver a una tía metiendo lechuga en un tupper!?

No sé como me controlé. Tenia ganas de salir corriendo y decir a lo F.F Gómez: ¡Vaya pedazo de mierda es esto! Quería quemar la tienda y al eco-hipster que organizó el supuesto "taller"... Pero me daba cosa: había pasado un montón de putadas para asistir a eso, me había gastado dinero, me había sentado como si nada allí y los clientes pasaban por mi lado mirándonos curiosos... 

Terminó el taller por suerte para los "alumnos", que salimos del letargo para salir por patas de allí, sin hablar, sin hacer ruido apenas, solo queríamos irnos lo más rápido posible; Y por suerte para la "tutora" que no sabia que más hacer o echar en la puta ensalada o decir para gastar el tiempo y darle al """taller""" categoría al dilatarlo en el tiempo.

Rápidamente me fui a desayunar a la cafetería. Quería llorar. Quería dormir. Quería estar en casa. Quería mi dinero. Quería mi tiempo. Quería justicia en el mundo... Positivamente por suerte llegué tarde y no estuve embesugado viendo todo el taller.

¡Un puto tapper de ensalada! Como si la gente no supiese meter cosas en un cuenco y tuviera que ir a una ¡¡¡CHARLA!!! para aprenderlo.

¿Se nota que estoy cabreado?
No vuelvo a apuntarme a un """taller""" del Ikea en mi vida.

Como compensación me regalé una taza preciosa, por que ikea tendrá talleres hispter de mierda, pero la decoración sigue siendo bonita.


NOTA:
Taller: Evento organizado en el cual los alumnos realizan labores prácticas bajo la supervisor de un tutor.

Charla: Evento organizado en el cual un conferenciante habla a un público con respecto a un tema.


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