ESTE SÁBADO PASADO...

... Por una avería general estuve, sin previo aviso, tres días sin teléfono e Internet. Ha sido una experiencia interesante.

Por un lado el despertarme tras una noche pesada, con mucha actividad onírica, con sueños muy largos, realistas y concadenados, a destacar el que tenia que buscar un teléfono móvil perdido durante días (con sus días soñados) hasta encontrarlo en un bolso en la bajera del armario del cuarto de mis padres, despertarse en un día gris, levantándome tarde por no conseguir dormirme pronto, y verte incomunicado, sin acceso a Internet, con las llamadas fallando, sin poder llamar desde el fijo... Ha sido muy impactante.

Luego por otro lado, casualidades de que el Internet se avería siempre en viernes o sábado, nunca un lunes, tener que lidiar con las compañías telefónicas y sus telefonistas "especiales" jugando a la tómbola de la atención competente.

Aun así, estos días me han hecho reflexionar. Reflexionar, renovando el pensamiento de que no hay que dar por hecho que las cosas son eternas e inmutables, que hoy está, pero mañana: puede. Reflexionar, de que das por hecho un avance, una evolución y que por lo tanto ese pasado puede ser desechado, y con ello me refiero a que con el avance tecnológico del "todo online" gracias al cual dejé mis cds de música guardados en una caja en un lejano trastero, porque podía escuchar música por Internet; Y dejé de guardar mis apuntes y escritos en la memoria usb, para directamente guardados en la nube; Así como derivar la comunicación telefónica a la mensajera... etc. Hemos dado por hecho de que no hay una vuelta atrás (Al menos de manera brusca, rápida) y lo cierto es que de golpe y porrazo, como me pasó a mi, todo eso puede desaparecer.

En esos tres dias, no pude escuchar música por que todos mis Cds estaban guardados en el trastero, lejos de mi casa. No pude continuar con mis escritos, por que estaban todos guardados en la nube. No pude enterarme de lo que pasaba, por que no podía comunicarme.

Como digo esta experiencia me ha hecho reflexionar sobre como damos por sentadas algunas cosas, y es que no hay que confiarse. Persona precavida vale por dos.